Coronea y Asclepio

     En la mitología griega, Asclepio era el dios de la Medicina y la curación, había sido enseñado sobre el uso de los medicamentos, pociones amorosas y encantamientos. Se dice que Atenea le dio dos frascos con sangre de gorgona: uno de sangre extraída del costado izquierdo y otro con sangre del derecho. Uno de los frascos tenía el poder de destruir la vida, mientras que el otro servía para curarla.

     Bienvenidos, amantes de la mitología, a una nueva historia del por qué de la apariencia de los animales que hoy en día conocemos: el origen del cuervo. Deseo que os guste.


 

     El cuervo es un ave de plumaje negro, pero hubo un tiempo en que todos los cuervos eran blancos, igual que los hermosos cisnes. Esta historia, como os he dicho, explica como las plumas de este animal se tornaron en negro.

     Coronea era la amada del dios Apolo, pero también compartía cama en secreto con un joven natural de Tesalia. Ella siempre tenía la prudencia de ocultarlo a ojos de dioses y mortales, pero no pensó en tener que ocultárselo a las aves, diosas del aire. Un cuervo blanco la vio con su amante de Tesalia y voló tan rápido como pudo para dar la noticia a Apolo.

     Cuando el dios se enteró, enfureció: y de la ira, lanzó contra el pecho de su mujer una de sus flechas, que se clavó en el medio del corazón de su amada Coronea. Antes de morir y sin apenas aliento, Coronea le dijo:

Apolo, yo he sido una joven insensata, pero tu castigo sobre mí ha sido precipitado. Llevo en mi viente un hijo tuyo, y al matarme a mí le has matado a él.

    Apolo se enfadó consigo mismo por haber sido tan poco precavido y también con el cuervo mensajero, a quien tintó las plumas de negro como castigo por haber contado semejante noticia. Fue así como transformó las preciosas plumas blancas del ave en el color de la impureza y los malos augurios (por ello la creencia de que los cuervos son presencias no deseadas que comunican malas noticias).

     El dios del Sol era tan buen curandero como experto asesino, pero nada pudo hacer para devolverle la vida a Coronea. Todo cuanto consiguió hacer fue extraer el bebé nonato del vientre de su difunta esposa y llevarlo a la cueva del centauro Quirón, quien era también un gran sanador. Una vez allí, le pidió que cuidara al niño hasta que se hiciera un hombre adulto y fornido. Quirón hizo lo que se le pidió.

     La hija del centauro, Ocirroe, tenía la capacidad de predecir el futuro y, al observar al bebé en proceso de formación, vaticinó lo siguiente:

Este niño será el más grande sanador de la humanidad. Superará incluso a su padre, el dios Apolo, pues será capaz de resucitar a los muertos, aunque a menudo utilizará sus poderes curativos para contrariar al rey del mundo subterráneo.

Será entonces cuando morirá y renacerá.

     Fue todo cuanto los dioses le permitieron decir antes de hacerla callar por proporcionar tanta información que podía poner en peligro al bebé.

     El hijo de Apolo se hizo un hombre fuerte y se llamó Asclepio (en la imagen), Esculapio romano, y tal y como Ocirroe había predicho, se convirtió en el más famoso y talentoso de todos los sanadores de la Antigua Grecia. Llegó un momento en que Hades, el dios del Inframundo, pensó que ningun muerto más llegaría a su reino y pidió a Zeus que acabase con Asclepio, ya que la ley de la vida debía continuar sin ser perturbada.

     Zeus también lo consideró así y mató a Asclepio lanzándole uno de sus rayos. Aun así, Asclepio ya era venerado como dios por el pueblo de Grecia, quienes le hicieron templos donde acudían enfermos a rogar y pedir remedio para sus enfermedades y penurias.

Admeto y Alcestis

     Cuando Zeus mató a Asclepio con el rayo, su padre Apolo se vengó matando a los cíclopes que habían confeccionado el rayo, tiempo atrás, como arma para Zeus. carro leon     Pero a éste le había llegado el turno de vengarse de su hijo, Apolo. Zeus le ordenó que sirviera a un rey mortal durante un año. Apolo optó por ser pastor de Admeto.

     Apolo fue, poco a poco, tomando aprecio a su señor e incluso le ayudo a conquistar a la joven Alcestis para convertirla en su esposa. El padre de la joven, Pelias, había decidido casarla solo con el hombre que fuera capaz de manejar un carruaje tirado por leones y jabalíes salvajes. 

     Para el dios del Sol resultó sencillo ayudar a su amo a domar a las bestias. Admeto y Alcestis vivieron felices hasta que el rey se sintió tan mal que estuvo a punto de morir. Apolo sirvió una vez más a su señor y puso a su disposición el mejor don divino que poseía: acudir a las tres Parcas y pedirles que le perdonaran la vida.

     Desafortunadamente, Apolo llegó tarde porque las Parcas ya habían ordenado su muerte, y lo único que estaban dispues a hacer por complacer a Apolo era dejar que Admeto viviera mientras ellas intentaban convencer a otro mortal de que muriese en su lugar. 

     El rey Admeto estaba seguro de que alguien en su reino sería capaz de morir por él, pero todo su pueblo acabó negándose. Recurrió a sus ancianos padres, pero ambos gruñeron que los pocos años de vida que les quedaban eran demasiado valiosos como para desperdiciarlos. La única persona que estaba dispuesta a morir por él era su adorada esposa, Alcestis. Admeto estaba dividido ante la dicha de seguir viviendo y el dolor de salvar la vida a costa de su esposa.

     Ella enfermó tan velozmente como el se iba curando, hasta que yació en el lecho, al borde de la muerte. Mientras Alcestis agonizaba, Heracles fue a visitar a su viejo amigo, Admeto, quien intentó ocultar la verdad, avergonzado. Aun así, el titán no tardó en darse cuenta y prometió ayudarle.

     Aquella noche, le esperó junto a la puerta del dormitorio de Alcestis hasta que vio llegar a la Muerte con la intención de llevársela al mundo subterráneo.

     Fue así como Heracles se abalanzó sobre el esbirro de Caronte y de Hades, obligándole a marcharse y no volver a tocar a Alcestis, la cual se fue recuperando poco a poco.


GCL


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