Eros y Psique

     Quizá algunos no conozcáis esta historia e incluso ni siquiera sepáis quienes son los personajes que titulan la entrada. Aun así, seguro que habéis escuchado el cuento de La bella y la bestia. 

     Mi misión: haceros saber que está íntimamente ligado a este mito griego.

    Ambas son historias de amor puesto a prueba por terceros; pues Bella no supera en  un principio la prueba de poder amar a la Bestia hasta que este no está agonizante y con los sentimientos a flor de piel; y Psique cree inocentemente en las palabras de sus hermanas, según las cuales su esposo era un monstruo asesino.

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¿MÁS BELLA QUE AFRODITA?

    Los griegos solían imaginar al dios del amor como un muchacho alado y armado con arco y flechas. Renombrado Cupido por los romanos, fue haciéndose cada vez más pequeño con el paso de los años hasta que en el Renacimiento ya se le representaba como un rechoncho querubín.

   Sin embargo, en la historia de Eros y Psique, el dios del amor es representado como un joven no lo bastante mayor como para ser independiente de su madre Afrodita (Venus romana).

   Los dioses del Olimpo siempre estaban dispuestos a castigar cualquier actitud arrogante que mostrase hacia ellos algún ser humano y por ello, los relatos sobre la imprudencia o los retos hacia las divinidades siempre han acabado mal para los mortales.


Psique con sus hermanas

     El caso de la princesa Psique debe ser el único que pudo librarse, lo que no quiere decir que esta se librara de vivir penalidades hasta encontrar la felicidad. Tal vez su historia acaba bien porque no fue ella misma la que comparó su belleza con la de una diosa, sino que fueron sus orgullosos padres los que aseguraban que su hija Psique era mucho más bella que la mismísima diosa de la belleza, Afrodita.

     Lo que fue peor es que toda la población de Grecia y alrededores acudía en masa a visitar el palacio de la princesa Psique para adorar su belleza, quedando los templos de Afrodita vacíos. La diosa suplicó a su hijo, Eros, que castigara a la joven hiriéndola en el corazón con una de sus flechas venenosas, de modo que se enamorara de algún hombre mísero y desdichado para que compartieran un matrimonio infeliz para siempre.

     Mientras tanto, Psique entristeció porque la gente la trataba cono una deidad del Olimpo y nadie era lo bastante osado como para amarla como mujer y proponerla matrimonio. Sus dos hermanas mayores estaban ya casadas, pero Psique aun vivía en el hogar paterno.

     El rey empezó a preocuparse a medida que pasaban los meses y nadie llegaba a palacio para cortejar a su hija pequeña. Dada tal desesperación, fue a preguntar al oráculo de Delfos dónde podía encontrar un esposo para su hija. 

     La respuesta fue aterradora:

     Tu hija Psique debe vestirse de novia y ser llevada a la cumbre de una alta montaña. Su esposo no será un hombre mortal sino un monstruo venenoso, una criatura lo suficientemente peligrosa y desagradable como para espantar incluso al mismísimo Zeus, dios de dioses.

    Psique y sus padres ascendieron la montaña llorando, como si estuvieran encaminándose a un funeral y no a su boda. Todos sabían que la joven estaba siendo castigada por Afrodita, pero nada podían hacer para calmar a la ofendida diosa. Tuvieron que alejarse de la princesa mientras esta esperaba temerosa en la cumbre de la montaña a que llegara el momento.

     Tenía el cuerpo tenso, a la espera de cualquier tipo de ataque, pero en lugar de eso, una suave brisa meció sus vestiduras hasta elevarla en el aire para conducirla hasta el pie de la montaña. Una vez en tierra, Psique admiró un palacio bellísimo, y le pareció tan espléndido que dedujo al instante que seguramente se trataría de la residencia de un dios. El palacio parecía vacío, pero ella alcanzaba a oír voces tenues y gentiles, y manos invisibles que le servían comida y bebida mientras tocaban música en su honor. No había ni rastro de monstruos y Psique se acostó pensando quién sería su esposo.

  En mitad de la noche alguien le despertó- una persona, no un monstruo- al tenderse a su lado. Era su esposo, pero ella no podía verle en la oscuridad. Él se marchó antes del amanecer y todas las noches regresaba a la cama para consumar y volver a ausentarse al alba. Psique empezaba a enamorarse de alguien cuyo rostro jamás había visto.

PSIQUE PIERDE A SU ESPOSO

   Una noche, él advirtió a Psique que sus hermanas estaban apunto de ascender a la montaña para encontrarla, viva o muerta. Le suplicó que no les prestara atención, pero cuando la princesa las escuchó llamándola y llorando, no pudo contenerse y pidió a los vientos que la bajaran de su palacio. 

   Cuando las hermanas vieron las joyas, las ricas vestimentas y todos los tesoros del palacio de Psique, tuvieron celos y regresaron al día siguiente para intentar presionar a su hermana menor, hiriéndola con malas palabras para arruinar su matrimonio:

   ¿Qué aspecto tiene tu esposo?le preguntaron con insistencia y malos fines.

Nunca le he visto– respondió Psique, finalmente.

– Es un monstruo y por eso no tiene el valor de mostrarse ante ti.-le dijeron- Ahora estás embarazada y todo el mundo sabe que el manjar predilecto de los monstruos son las mujeres encinta. Tan solo está esperando a que el bebé crezca en tu vientre para devoraros a ambos.

Tienes que matarle antes de que él os mate a los dos; utiliza una lamparita para verle y ¡córtale la cabeza con un cuchillo!

     Psique creyó todo lo que le dijeron sus hermanas. Encontró una lámpara y un cuchillo, y los escondió junto a la cama. Aquella noche, cuando su esposo se quedó dormido, encendió la lámpara y vio su cuerpo por primera vez. Allí, a su lado, yacía el dios del amor en forma de hombre, mucho más apuesto de lo que podría llegar a ser ningún mortal. Junto a su mano descansaban el arco y las flechas, y Psique se arañó con una de ellas al agacharse a besar a su amado, sellando así su amor eterno e incondicional por Eros.

     La princesa estaba apunto de besar al dios cuando la lámpara que sujetaba con una mano se deslizó hacia delante derramando una gota de cera hirviendo sobre le hombro del dios, el cual se despertó sobresaltado. Saltó del lecho con agilidad y se dispuso a huir volando, pero Psique se aferró a su esposo unos instantes, de modo que él la arrastró fuera de palacio y la llevó a la ladera de una montaña. A ella le flaquearon las fuerzas y cayó al suelo.

     Eros le dijo que debía regresar con su madre para que la quemadura del hombro sanase. Afrodita enfureció cuando supo que, en lugar de atormentar a Psique, Eros se había enamorado de ella y la había desposado. Si al menos la insensata joven hubiera guardado silencio, el bebé que llevaba en sus entrañas habría nacido dios, pero en ese momento debía considerarse afortunada si conseguía salvar su vida el tiempo suficiente para dar a luz, ya que Eros no podría protegerla de las manos de Afrodita. El dios del amor echó a volar y se internó en la noche.


LOS TRABAJOS DE PSIQUE 

Psique-ante-Afrodita

     Psique se sentía tan desdichada y temerosa de Afrodita que intentó ahogarse en un río, pero éste la reconoció como esposa de Eros y no le permitió morir. Luego le pidió ayuda a Hera (Juno romana), diosa del amor conyugal, y a Demeter (Ceres romana), que conocía el dolor de perder un hijo; pero ninguna estaba dispuesta a traicionar a Afrodita por ayudarla.

    Al final, Afrodita encontró a Psique y empezó a castigarla de inmediato a latigazos. Luego decidió atormentar a la joven con trabajos casi imposibles de realizar, lo cual le proporcionaría más oportunidades de azotarla y torturarla sin respiro.

Primer trabajo

     En primer lugar, Afrodita cogió varios puñados de todos los cereales, legumbres y semillas que existían en el mundo y los mezcló. Después, arrojó la mezcla al fuego y ordenó a Psique que los seleccionara antes del anochecer. Si no lo conseguía, sería fustigada de nuevo.

     Esta se echó a llorar desconsolada, pero entonces observó como una hormiga que corría a toda prisa por el suelo la ayudaba y llamaba a todas las demás hormigas de palacio diciendo que la esposa de Eros corría peligro y necesitaba toda la ayuda posible. Enseguida, las hormigas empezaron a organizar las semillas en montones.

     Al atardecer, el trabajo estaba hecho.

Alguien ha debido ayudarte, taimada criatura; pero no creas que podrás escapar de mi ira tan fácilmente. Quiero que mañana vayas al campo, donde pastan las ovejas doradas, y que me traigas un puñado de lana brillante – dijo Afrodita enfurecida.


Segundo trabajo

  Este segundo trabajo parecía sencillo, pero por la mañana, de camino al campo, Psique observó que aquellas ovejas tenían cuernos largos, fuertes y afilados. Tuvo que cruzar un pequeño riachuelo hasta llegar a ellas; aun así, se quedó un rato dubitativa. En ese momento, los carrizos de la orilla le susurraron:

     <<Psique, si cruzas ahora, te dirigirás a la muerte. Las ovejas te atacaran con sus cuernos y, si sigues con vida, debes saber que sus dientes son también venenosos. Pero estas ovejas son peligrosas durante el día; cuando el sol calienta su lana dorada y las irrita. Espera hasta el anochecer, cuando estén calmadas y adormiladas. En ese momento, podrás caminar tranquilamente entre ellas y recoger un pedazo de lana que haya quedado atrapada en los espinos.>>

     Aquella noche Afrodita se encolerizó aun más con Psique. 

Sin duda algún dios traicionero te ha ayudado. – le espetó, recordando como Siringe estaba presente en los juncos mientras el dios Pan merodeaba. Quizá el dios Pan la había ayudado disfrazado de oveja.

     La diosa de la belleza se apresuró a idear el siguiente trabajo:

En tu siguiente trabajo será más difícil que encuentres ayuda, porque incluso a los dioses les intimida el río de la muerte. Debes dirigirte al río Estigia y traerme un poco de agua de sus fuentes, situadas en un lugar elevado de las montañas., desde donde cae la cascada hasta internarse en el mundo de los muertos. 

Quiero agua del centro, no de las orillas.– le informó, orgullosa.


Tercer trabajo

Psyche-into-Hell  Psique comprendió perfectamente que la intención de la diosa era matarla cuando ascendió hasta las cataratas y vio que las riveras del oscuro río estaban custodiadas por dragones.

  Contempló de nuevo la posibilidad de quitarse la vida, pero el águila de Zeus la vio justo cuando estaba a punto de echar a correr hacia los dragones y voló a toda prisa para recogerla.

     Una vez estuvo sana y salva en la orilla, el águila enorme cogió cuidadosamente la jarra de las manos de Psique y se dirigió al centro del curso del río. Minutos después le devolvió el recipiente a la muchacha lleno de agua oscura.

     Afrodita estaba aun más iracunda porque no cabía duda de que todos los dioses estaban conspirando para frustrar sus malignos deseos. Aun asó, maquinó un último trabajo que llevaría a Psique directamente a la muerte, sin importar que ser la ayudara. La norma del mundo subterráneo de los muertos era que todo ser vivo podía acceder a él pero jamás regresar. A sabiendas de esto, Afrodita le ordenó:

Vas a descender al mundo subterráneo a visitar a su reina, Perséfone, para pedirle que me entregue un poco de su belleza en un cofre.


Cuarto trabajo

     Una vez más, Psique pensó en suicidarse, pues ése sería el camino más rápido hasta el mundo de los muertos; ya que no veía ninguna probabilidad de ir y volver con vida. Empezó a subir los peldaños de una alta torre, preparándose para saltar y morir, cuando la torre le habló:

     <<Psique, no desesperes tan pronto. Puedes bajar al mundo subterráneo con vida y regresar con vida si haces lo que voy a decirte: Debes llevar contigo dos pasteles de cebada y dos monedas, pues Caronte, el barquero del río Estigia, no cruza a nadie sin cobrarle antes, y el perro de tres cabezas, Cerbero, despedazaría a cualquiera que intentara pasar sin darle de comer. Spencer Stanhope. Caronte y Psique (1890)Debes hacer caso omiso a cualquiera que te pida socorro, algo de comer o beber agua; y sentarte siempre en el suelo, incluso si se te ofrece un trono donde hacerlo. 

   Si observas y tienes en cuenta todas estas advertencias, Perséfone te entregará la caja de su belleza y tú podrás regresar al mundo de los vivos, dándole al can Cerbero el otro pastel de cebada y miel, y a Caronte la última moneda. 

     Por último, recuerda que nunca debes abrir la caja de Perséfone, ya que no es nada sensato desvelar los secretos del mundo subterráneo y además si estos incumben a los dioses del Olimpo. Ten mucha suerte, Psique.>>

     La princesa corrió por el camino que llevaba la mundo de los muertos y pronto se topó con Caronte con su barca. En el trayecto, un hombre trataba, con grandes dificultades, de cargar madera en un burro , y pidió a Psique ayuda para conseguirlo, pero ella recordó el consejo que le había dado la torre y pasó de largo. Mientras cruzaba el río Estigia con Caronte, vio a un anciano ahogándose y oyó como este le pedía ayuda, pero ella permaneció sentada en la barca y no hizo nada por ayudarle

     Seguía avanzando y Afrodita no dejaba de enviarle más víctimas desvalidas e inocentes para tentar su moralidad, pero incluso viendo morir a niños recordó que no debía hacer ningun caso de sus sentimientos. Tan solo eran fantasmas enviados por la diosa para engañarla y hacer que perdiera los pasteles de miel y cebada que llevaba en las manos.

  Psique avistó al fin a Cerbero, apostado en mitad del camino y gruñendo con las tres bocas de las que estaba provisto el gran guardián. Ella le arrojó a una de las bocas uno de los sabrosos pasteles y el perro le dejó continuar, satisfecho.

  Ya estaba cerca del palacio de Hades y Perséfone, donde la diosa la esperaba para entregarle la caja de la belleza. 

    Sin embargo, aun le quedaba otra prueba. La torre le había advertido que no abriera la caja, pero mientras regresaba al mundo de los vivos, dándole a Cerbero el otro pastel y pagando a Caronte con la segunda moneda de oro, no dejaba de imaginarse con Eros nuevamente, y anheló tomar un poquito de la belleza de Perséfone para sí. Abrió la caja y descubrió que estaba vacía, a excepción del aire del mundo subterráneo. Al inspirarlo profundamente, cayó al suelo y quedó agonizante.

     Justo a tiempo, Eros voló hacia ella y extrajo de su cuerpo el aire letal. La herida del hombro ya le había sanado y él estaba preparado para desafiar a su madre y asegurarse de que Psique se convertía en una diosa y su futuro bebé, en dios.

Eros salva a Psique

     Llevó a su esposa al Olimpo, donde Zeus le ofreció ambrosía, el exquisito manjar de los dioses que torna inmortal a quien lo ingiere. Al igual que su esposo, Psique tuvo alas, si bien las suyas eran de mariposa y no emplumadas como las de Eros.

     Tal y como una oruga abandona su vida en la tierra para revivir después como criatura del aire en forma de mariposa, del mismo modo Psique abandonó su vida terrestre de princesa para convertirse en una de las diosas del Olimpo.


GCL